sábado, 8 de julio de 2006

ATAULFO PREGUNTA

Hace relativamente poco tiempo, charlando con mi amigo Ataúlfo (le llamo así porque se cree descendiente directo de los visigodos y, siempre en broma, le digo que llame a su mujer Gala Placidia y él, siempre en serio, me contesta que lo pensará), éste me preguntaba:

- ¿Qué te llevó dar clases durante una temporada de tu vida?

Estuve recordando durante un instante y así empieza la historia:

Estaba en el último año de mis estudios, ansioso por terminar y dedicarme plenamente al trabajo (no sé para qué tanta prisa), y, casualidades de la vida, un profesor, bueno donde los haya, enfermó.
Propusieron para su sustitución a Laura, compañera de clase. Es muy curioso porque no es habitual encontrar mujeres que se dediquen a mi oficio, no porque éste sea elitista ni mucho menos, pero no es frecuente, no.
Las clases que debía dar Laura eran de primer curso y versaban sobre Geometría. Ella era (y supongo que sigue siendo) una mujer muy preparada, inteligente, morena, pelo largo, ojos marrón claro y una sonrisa maravillosa. Me encantaba Laura.

Como estaba pirado por ella era capaz de cualquier cosa así que decidí llorarle un rato (o más) a un profesor (y amigo) para conseguir ayudarle a dar clases y, por tanto, estar a su lado. Al profesor le parecía extraño que quisiera dar clases de geometría porque sabía que no se me daba mal, pero tampoco esa materia era santo de mi devoción.

Sea como fuere la junta de profesores accedió, y os podéis imaginar con qué fervor estudiaba como un loco la geometría de primer curso para dar clases al día siguiente.Estuve con ella, di clases de geometría que me aburrían cosa mala, pasó el tiempo, y Laura, mi preciosa Laura, no caía en mis redes… Sin embargo, yo en la suyas estaba que no podía casi ni respirar…

Pasó el tiempo, salieron más oportunidades de dar clase, pero esta vez de prácticas de taller y tecnología. La junta decidió ponerme a mí ya que estaba puesto en las suplencias de profesor y, lo que son las cosas, me encantó, disfruté como un niño. Sin lugar a dudas, aquella temporada quien más aprendió fui yo. Continué con las clases y siempre que puedo sigo haciéndolo porque es una de las cosas que más me gusta.

Fui en busca de un alma, porque me sentía solo, y encontré la mía…

Ataúlfo me miraba afirmando ligeramente con la cabeza y me dijo:

- Eres un personaje la mar de curioso, sí.

(y eso me lo dice alguien que se cree descendiente directo de los visigodos…)

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