domingo, 9 de septiembre de 2007

Anécdota.

Buscando por la red he encontrado esta interesante anécdota:

Hace algún tiempo, cuenta Sir Rutherford, recibí la llamada de un colega. Estaba a punto de poner un cero a un estudiante por la respuesta que había dado en un problema de física, pese a que el estudiante afirmaba con rotundidad que su respuesta era absolutamente acertada. Profesor y estudiante acordaron pedir arbitraje de alguien imparcial y fui elegido yo. Leí la pregunta del examen: 'Demuestre como es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro'.

El estudiante había respondido: 'lleve el barómetro a la azotea del edificio y átele una cuerda muy larga. Descuélguelo hasta la base del edificio, marque y mida. La longitud de la cuerda es igual a la longitud del edificio'.

Realmente, el estudiante había planteado un serio problema con la resolución del ejercicio. Había respondido a la pregunta correcta y completamente. Por otro lado, si se le concedía la máxima puntuación, podría alterar el promedio de su año de estudios, obtener una nota más alta y así certificar su alto nivel en física. Pero la respuesta, sin duda, no confirmaba que el estudiante en cuestión tuviera un fuerte nivel teórico. Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad.
Le concedieron seis minutos para que respondiera la misma pregunta pero esta vez con la advertencia de que en la respuesta debía demostrar sus conocimientos de física.
Pasaron cinco minutos y el estudiante no había escrito nada. Le preguntaron si deseaba marcharse, pero el estudiante contestó que tenía muchas respuestas al problema. Su dificultad era elegir la mejor de todas. Me excusé por interrumpirle y le rogué que continuara.
En el minuto que le quedaba escribió la siguiente respuesta: coja el barómetro y láncelo al suelo desde la azotea del edificio, calcule el tiempo de caída con un cronómetro. Después aplique la formula de la altura = 0,5 A (aceleración) por T (al cuadrado). Así obtenemos la altura del edificio (Es trivial. Es la ecuación del espacio recorrido por los cuerpos en caída libre, sin resistencia, de Galileo).
Le dieron la nota más alta.

Tras abandonar el despacho, el profesor examinador se reencontró con el estudiante y le pidió, por favor, que le contara sus otras respuestas a la pregunta.
Bueno, respondió, hay muchas maneras. Por ejemplo, coges el barómetro en un día soleado y mides la altura del barómetro y la longitud de su sombra. Si medimos a continuación la longitud de la sombra del edificio y aplicamos una simple proporción, obtendremos también la altura del edificio (Es una curiosa aplicación de un teorema de Tales).
Perfecto, le respondió el profesor. ¿Y de otra manera? Sí, contestó. Este es un procedimiento muy básico: para medir un edificio, pero también sirve para otras situaciones. En este método, coges el barómetro y te sitúas en las escaleras del edificio en la planta baja. Según subes las escaleras, vas marcando la altura del barómetro y cuentas el número de marcas hasta la azotea. Multiplicas al final la altura del barómetro por el número de marcas que has hecho y ya tienes la altura.Este último es un método muy directo.

Por supuesto, prosiguió el estudiante, si lo que quiere es un procedimiento más sofisticado, puede atar el barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si calculamos que cuando el barómetro está a la altura de la azotea la gravedad es cero y si tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el barómetro en trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de la diferencia de estos valores, y aplicando una fórmula trigonométrica sobre ángulos y cosenos, podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio.
En este mismo estilo de sistema, atas el barómetro a una cuerda y lo descuelgas desde la azotea a la calle. Usándolo como un péndulo puedes calcular la altura midiendo su periodo de precisión.
En fin, concluyó, existen otras muchas maneras. La mejor, probablemente, sea coger el barómetro y golpear con el la puerta de la casa del conserje. Cuando abra, decirle:
"-Señor conserje, aquí tengo un bonito barómetro. Si usted me dice la altura de este edificio, se lo regalo". O simplemente, señor conserje: "Usted que lo sabe todo de este edificio, ¿podría decirme su altura por favor?".Cuando acabó su disertación, el profesor le pregunté al estudiante si no conocía la respuesta convencional al problema: la diferencia de presión marcada por un barómetro en dos lugares diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre ambos lugares. El estudiante dijo que la conocía, claro está, pero que durante sus estudios, sus profesores habían intentado enseñarle a pensar. A pensar con su propia cabeza.Por cierto, el estudiante se llamaba nada más y nada menos que Niels Bohr.

No hay comentarios: