jueves, 8 de octubre de 2009

La útima cena.

A las 4:30 h de la tarde del 30 de mayo de 2002 Stanley Allison Baker Jr. comenzó a comer dos solomillos de 500 gramos de pavo en finas rodajas, 12 lonchas de beicon, dos hamburguesas con mayonesa, cebolla y lechuga, dos patatas grandes asadas con mantequilla, crema agria, queso y cebollino, cuatro lonchas de queso, una ensalada mixta aliñada con queso azul, dos mazorcas de maíz y un cubilete de helado de menta con pepitas de chocolate. Y bebió cuatro Coca-Colas de vainilla. A las 5:55 h de la tarde Stanley fue conducido desde su celda del corredor de la muerte de la unidad de Polunsky de Livingstone, Texas (EEUU), a la cámara de la muerte de la cárcel de Huntsville, donde fue ejecutado mediante inyección letal - un cóctel químico de tiopental sódico (para sedar), de bromuro de pancuronio (para paralizar el diafragma y los pulmones) y de cloruro potásico (para detener el corazón) -

La cárcel Huntsville alberga la cámara de la muerte más ajetreada de Estados Unidos. En noviembre del 2002 habían sido ejecutadas en ella 31 personas (más de la mitad de ejecuciones realizadas este año en el país). Procesar a Stanley ha costado al estado de Texas unos 2,16 millones de dólares, una suma muchísimo más alta que el coste de un juicio sin pena de muerte (o equivalente a unas tres veces lo que cuesta encarcelar a una persona en una celda individual en una cárcel de máxima seguridad durante 40 años).

Los juicios con pena de muerte son más largos y, como casi todos son automáticamente recurridos, los reos permanecen en el corredor de la muerte durante un promedios de 10 años y siete meses. Anular el derecho a recurrir supondría un ahorro presupuestario considerable para acabar resultando muy caro: un estudio de la Facultad de derecho de la Universidad de Columbia del año 2000 puso de manifiesto que el 68 % de los juicios con sentencia a la pena capital recurridos entre 1973 y 1995 tenían defectos tan graves que se habían tenido que celebrar de nuevo.


www.taschen.com

2 comentarios:

Montse dijo...

¡Caray, con esa cena tengo yo resuelto el menú de una semana!

No sé que crímenes cometería el fallecido S.A.Baker, ni soy quien para juzgarlo, pero si la ley comete el mismo delito que él (matar) ¿dónde está la diferencia?
También es cierto que ha habido crímenes horribles que bien merecen ese castigo tan drástico, que ya sabemos que hay mentes desquilibradas que no tienen cura y que volverían a cometer esos actos en cuanto tuvieran ocasión.
¡Tema polémico donde los haya!
Y eso sin contar con el aspecto económico..que ¡Uf! me ha dejado sorprendida. ¿Es posible que matar a alguien sea tan caro?

Bromillas aparte, me parece un tema complejo que daría para más de un debate. Como siempre, Viatger, tocas las fibras sensibles con maestría, escogiendo los artículos más interesantes.

Petons!

Alejandro dijo...

Gracias Montse. En un principio estoy en contra de la pena de muerte, pero sí, tienes toda la razón da para un debate muy extenso.

petons,
Viatger.