sábado, 20 de febrero de 2010

HITLER - Y el canto del pozo. Berto Romero

El lunes pasado leía en la web de este mismo diario la siguiente noticia: “A Hitler le cantaba el pozo”. Recuerdo que me sorprendió el título, y cierto es que debió costar escogerlo de entre una lista como: “A Hitler le apestaba el aliento”, “A Hitler le olía la boca”, “El Führer llevaba un gato muerto en el paladar”, “Mein Halitosis”, “A Hitler le hedía el hocico a Panteón” e incluso “Hitler llevaba su propio horno crematorio abierto”. Desde entonces, no he podido sacármela de la cabeza.

Cierto es que el dato no causa sorpresa, pues sabido es que el personaje estaba podrido por dentro. Sin embargo, vuelve a tocar un tema que me vuelve loco: las pequeñas miserias de los personajes famosos y/o históricos. Ya hablé de ello cuando se desveló la alopecia encubierta de André Agassi en los 80. Así que, amigos y amigas, les propongo que, con esta nueva información en mente, cerremos los ojos e imaginemos una versión alternativa de los últimos minutos del tercer Reich.

30 de abril de 1945.Hitler se reúne en el búnker de la Cancillería con Joseph Goebbels y Martin Bormann. Les acompañan Eva Braun y su perra pastor Blondi. El Führer se siente deprimido y cansado. Se dirige a los dos primeros, agradeciéndoles su fidelidad. Cuando les habla se acerca a sus rostros, a menos de un palmo. Goebbels se marea un poco. Se agarra con ambas manos a la mesa para no caerse de espaldas, con los ojos en blanco. Bormann se está poniendo morado de tanto aguantar la respiración. Al despedirse de ella, quedamente, Eva Braun siente arcadas y hace esfuerzos sobrehumanos para no ceder al ímpetu del vómito. Hitler finalmente besa en el hocico a Blondi. La perrita cierra los ojos, que le están empezando a llorar, y gime.

Súbitamente, Goebbels estalla e interrumpe a Hitler. Todos en la sala se quedan petrificados. “Mein Führer -exclama- le he sido fiel hasta el final pero ya no puedo más: que sepa que durante todos estos años, cuando usted comía caramelos de clorofila, le olía el aliento como si alguien hubiera hecho de vientre detrás de un pino”. Dicho esto, sale corriendo dando un portazo tras de sí, se encierra en su habitación y se da muerte junto a toda su familia. Algo olía a podrido en Alemania.

http://blogs.publico.es/personaanimalocosa/115/hitler-y-el-canto-del-pozo/


2 comentarios:

ladyk dijo...

:) genial!!!

Montse dijo...

Bueno, bueno, de verdad.
Hay gente con mucho ingenio por el mundo!!!

petons.